EMOTIVA CRÓNICA DEL TRIATLÓN DX2 SEVILLA 2014


 

Crónica de un triatlón superado. DX2 Sevilla 2014.

Habitación del hotel, 04:00am y los nervios arañando las paredes. Es difícil conciliar el sueño. En la habitación se respira una mezcla entre ilusión y tensión que hacen que los ...momentos previos a la competición sean bastante inquietos mentalmente.

A las seis suena el despertador, nos avisa de que hay que preparar todo el material, llevar la bici a la zona de transiciones y desayunar con tiempo suficiente para poder afrontar el primer triatlón de la temporada, el DX2 Sevilla 2014.

Me quedo en hotel mientras ellos realizan todos los preparativos y salgo a su encuentro justo un cuarto de hora antes de la competición. He de decir que nunca había presenciado una prueba de resistencia como la que estaba a punto de comenzar. Realmente, no confiaba mucho en disfrutar como ellos pues tenía la convicción de que iba a ser una jornada demasiado larga e iba a estar la mayor parte del tiempo sola.

Cuando llegué al pantalán, poco antes de que comenzara la prueba de natación, pude entender entonces los sentimientos de Héctor y José durante la noche previa. Me emocioné al ver tal cantidad de gente comprometida con el deporte, procedente de todas partes y de todas las edades. 500 participantes, más voluntarios, organizadores, familiares y público.

Enfundados en sus neoprenos negros y el gorro blanco, parecían un batallón disciplinado que comparte el mismo destino, cruzar la línea de meta. La ilusión en sus rostros era un denominador común. Me quedé impactada por esa energía que transmitían. Un chico invidente y otro sin una pierna me dejaron con el corazón en un puño. Pensé, en esos momentos, que todo era posible y que el deporte tiene un gran poder igualatorio: el espíritu de superación que nos coloca en un plano similar. Y del mismo modo, tiene su poder distintivo, que son los tiempos y las metas que cada uno se marca.

Los participantes, una vez en el agua del Guadalquivir, se movían como una hermandad esperando el inicio de la prueba. Sin perder de vista a mis dos "trijantletas", que ya calentaban haciendo unos largos, aproveché para mezclarme con el público que sólo tenían palabras de ánimo y elogios para los deportistas. De nuevo pensé que el deporte saca lo mejor que tenemos dentro. Una vez más, en silencio, porque ya estaban lejos, les deseé suerte a mis chicos para que hicieran una gran carrera.

La salida fue espectacular, la imagen impactante y el sonido de brazos y piernas contra el agua, recordaban que la lucha por llegar a la meta y obtener esa exquisita recompensa había comenzado.

Apenas media hora más tarde llegaban a la zona de transición los primeros en salir del río. Unos minutos después, se formó un lío bastante importante en este punto, ya que el pasillo para cambiarse y transitar con la bici era muy estrecho.

Entonces, a lo lejos, distinguí la silueta y el logo del Tri La Janda. Me saltó el corazón, preparé la cámara. Llegaba Héctor. Contentísimo. Gran tiempo en natación, menos de 33 minutos en hacer los 1900 metros. Sonrió, me dijo que se encontraba perfecto y salió a pelear con la bici. Apenas tres minutos después llegó Cagigas que, aunque lesionado, se montó feliz en su bici, a sabiendas de que era su disciplina más entrenada. Ambos salieron dispuestos a volar en los 90km que les esperaban.

Fueron dos horas largas sin saber de ellos. Mi mente y mi corazón viajaban en bici, confiaba plenamente en su preparación y sabía en mi interior que esta parte de la prueba era la más divertida para ellos, así que me dediqué a disfrutar y palpar el ambiente con mi cámara al hombro.

Fueron llegando los primeros deportistas para iniciar la última etapa, los 21,1km de carrera a pie. Sin duda esta es la disciplina más complicada porque requiere un gran control mental y esfuerzo físico, además del cansancio acumulado y de los calambres que pudieran aparecer al bajar de la bici.

Le temíamos al calor, el día anterior lo habíamos comentado varias veces. Pero como en una especie de pacto por el deporte, el cielo de Sevilla se alió con la competición del DX2. Las nubes mantuvieron al sol a raya hasta casi el final de la carrera, evitando un sufrimiento añadido como en la edición anterior. Todas las piezas del puzle estaban encajando.

Apareció Cagigas por la transición y poco después Héctor. “Esto ya está casi finiquitado, chavales. ¡A correr!” Estábamos rozando la meta y los espectadores, en los alrededores del puente de la Barqueta, no cesamos de animar a todos los atletas. Cada aplauso tenía el efecto de un remolque y veíamos el agradecimiento en sus caras a pesar del agotamiento. Eso hizo que cada vez el graderío estuviese más animado. El esfuerzo físico a estas alturas era extremo. Pero ahí estábamos, todos juntos haciendo el sueño posible.

Fui testigo de que José no perdió el ritmo, aun arrastrando su lesión. Vi también cómo Héctor empezó la carrera acalambrado y, milagrosamente, notaba que se venía cada vez más arriba según avanzaba. Los últimos kilómetros fueron muy duros porque empezaba a salir el sol y a apretar el calor.

Es indudable que cuando te flaquea la fuerza física, el poder de la mente es el motor del cuerpo.

Y al fin, la meta. ¡Qué alegría! ¡Cuánta emoción! Parejas que se abrazaban llorando, padres e hijos entrando de la mano. De pronto, la primera chica. El chico invidente con su fiel guía y compañero. Viví esos momentos con muchísima intensidad, dándole la enhorabuena a todo el que cruzaba la meta y agradecida por estar disfrutando de ese momento irrepetible.

Llegó José, emocionado, feliz y con una marca espectacular 4:40:31 cuando horas antes pensaba en retirarse tras la bici debido a su lesión.
Llegó Héctor, emocionado, feliz y con una marca también espectacular 4:53:10, rebajando en más de 2 horas el tiempo del mismo triatlón el pasado año.
Carrerón de los dos.

Mis expectativas fueron superadas con creces. Me quedo con muy buenas sensaciones, con las pilas cargadas, con imágenes impactantes y con la certeza de que hay una gran solidaridad dentro del deporte. Pero por encima de todo, me quedo con el espíritu de superación, con ese "leiv motiv" que se basa en hacer fácil lo difícil, en que nada es imposible, y en que si quieres, puedes.

Debe ser increíble poder vivirlo desde dentro, puesto que desde fuera lo es.

Gracias por compartir un trocito de vuestra aventura conmigo y gracias por los abrazos de la meta, me los quedo conmigo para siempre.

Para ti, que adoras el deporte
Y luchas por lo imposible.

M. Lara

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